Se ha colado un suspiro por la ventana y ahora no hay quien
lo eche. He probado con todo, con insecticida, raticida, suspiricida,... y aquí
sigue. Sigue dando un por culo aterrador, sublime, como cuando se cuela un
vecino en tu casa a contarte la vida del novio de su hija que acaba de
encontrar trabajo y ya está explotado. Bien, bienvenido al mundo actual. Un
mundo que se ha colado por la ventana y ahora no hay quien lo eche. Quiero
echarlo porque no me gusta lo que veo. He probado con todo, con matamundos,
cerillas, panfletos electorales,...y nada, aquí sigue. Sigue, haciéndome la
puñeta en cada paso que doy, como cuando el mismo vecino coincide conmigo en el
ascensor y me comenta sobre el tiempo. "Si, ya me di cuenta que ha
refrescado, ¿acaso eres el único que tiene un termómetro corporal". Me
vendría bien si hubiese perdido toda sensibilidad a las temperaturas y no
sintiera ni el frío ni el calor, pero no, ¿no te das cuenta que voy abrigado?
Me di cuenta que hace frío.
Como os decía, se ha colado un suspiro por la ventana y
ahora no hay quien lo eche. Es un suspiro roto, desangrado, que se va posando
en todos los alimentos. Yo lo espanto, con la mano, pero el suspiro vuelve.
De pequeño cazaba los suspiros con la mano cóncava y, cuando
pasaban unos segundos, cerraba la palma dejando el suspiro atrapado en ella.
Nunca me importó de quién procedía el suspiro. En un descuido psicópata de mi
personalidad, le arrancaba las alas al suspiro, las doce, para que no pudiera
volar. ¿Que si era cruel? A decir verdad sí, lo siento. (ego me absolvo a peccatis
tuis in nomine suspire)
Ssssh (onomatopeya del silencio) que se ha posado en la
ventana, se fue.
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