viernes, 30 de diciembre de 2011

Cerrado por derribo, también




Tu llegada fue improvisada, como las mejores canciones y como los mejores deseos. Llegaste sin hacer mucho ruido, como a ti te gusta, con tu pelo suelto, con tu libreta y con tus nervios, con tu voz aún por pulir y con tus ilusiones. Llegaste, provinciana, para tres meses y te vas, capitalina, tras una eternidad. Llegaste como una niña, con tu tono agudo y tu redacción juvenil y te vas con tu voz grave y tu escritura madura.

Y es que pocos conocen tu pasado, tus micrófonos en forma de cualquier cosa y tus entrevistas en la plaza a todos tus paisanos. Jugabas a soñar y tu sueño era ser periodista. Pero ¡mírate!, si eras una mocosa sin teñir pero más grande que cualquier cosa. Y es que pocos saben que deseabas ser periodista desde que estabas con pañales. Lo que ya muchos saben es que lo eres, y de las mejores.

Porque llegaste para tres meses y te vas cinco años después. Cinco años de trabajo duro, de levantarse a las cinco de la mañana para poder coger el bus que te llevase lo más cercano a Alcalde José María Amo, cinco años de perfección, cinco años sembrando confianza, cinco años donde recibías elogios hasta desde Finlandia, cinco años de elecciones trasnochadoras, cinco años haciéndome el hombre más orgulloso del mundo, cinco años sacrificando a tu familia para vivir cinco años sola, lejos de los tuyos. Cinco años de milongas y carpetitas, de apuntes donados, cinco años desviviéndote, al fin y al cabo, cinco años tras el micrófono.

Ese micrófono azul de la “C” blanca que tanto querías desde donde nos has contado todo lo que acontecía en tu ciudad. Y ahí estábamos receptivos, los de allí, los de Sevilla, los de tu pueblo, los de Madrid y el de allí arriba. Si, aquel que bien sabes recibía las ondas vía frecuencia modulada sin perder ningún ápice de calidad. Fiel oyente de la COPE que hubiera dado su mano derecha por verte desde el cristal de la pecera, o haberte escuchado desde una radio normal.

Pero el tiempo dedicado, tu disponibilidad absoluta y tu sacrificio parecen que no han sido suficientes. La vida, que ya sabemos cómo es de puta, nos volvió a zancadillear. Porque bien se yo, que no soy dios, pero al caso como si lo fuera, de tu pasión tras el micrófono. Deseabas escuchar la señal para ponerte los cascos y manejar ese complejo control de sonido que tenías en frente. Tú, tu folio y tu voz. Yo y mi oído, y tu voz…

Pero el tiempo trabajando como la que más, dejando de hacer tus propias cosas por estar disponible para la radio, parecen que no han sido suficientes. La vida, lo repito, es muy puta, pero no puta de prostituta –a las que aplaudo- sino puta de PUTA, ha decidido prescindir de una de las mejores profesionales que he conocido en cualquier materia. Bien lo sabes tú, que no eres dios, pero al caso como si lo fueras, que volverás pronto, muy pronto a trabajar y que no te cruzarás de brazos, porque como dijo Umbral “El talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia” y a ti te sobra.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Pentagrama




Son oscuras las canciones
las tremendas y trémulas canciones
que de un árbol cuelgan de noche
que de un cielo roban la luna
y la guardan en el bolsillo de su melodía.
Son oscuras y pegadizas
como el temblor de un niño en el polo
con palabras repetidas hasta el hastío
y recuerda un monje que camina solo.
Que recuerda al viento que se cuela en mi azotea
al Sol de MI enRedadera
a las cadenas de misterios que rodean
al creativo que escribe su soneto
y pone música a su panfleto
que enamora el alma y vomita letras

viernes, 23 de diciembre de 2011

La carretera era enorme




La carretera era enorme, mayúscula, cual si fuera vocal en medio de tantas comas, rebeldes, juntas y de la mano. Era recta y profunda como su más triste ignorancia y en sus palabras, las que repetía constantemente y en los huecos de la almohada solía acomodar, se veía, o más bien se escuchaba, susurros de tristeza, de soledad, de desamparo,...al fin y al cabo, de esperanza. Porque la esperanza no se pierde, pero para no perderla antes hay que poseer todas estas características, a su libre elección por supuesto. Medio cuarto de desamparo, cuarto y mitad de futuro incierto y ponme la cabeza para el gato. Quizás el camino era extenso, oceánico, como si fuera la luz de una vela reflejada en la más profeta oscuridad. Pero no importaba. Tampoco importaba que su coche lengueteara las últimas gotas de la reserva de combustible, como beduino entre las dunas o como un poeta alcanzando la felicidad. Nada ni nadie podía pararlo. Kilométrica distancia inversamente proporcional a sus ansias de llegar allí. No importaba si en el próximo árbol tenía que dejar tirado el coche. La esperanza al fin y al cabo es eso, una locura.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

FELIZ Y MEJORABLE NAVIDAD




Llega el momento de mi felicitación, la anual, la típicamente hipócrita que se jacta de solidaridad, en estas fechas tan señaladas en que los reyes vagos nos llenan de su orgullo y satisfacción y los magos, que no son magos, ni son reyes, nos traen, con el sudor de su frente y renunciando a sus caprichos, algunos presentes que valen más que cualquier pasado mejor.
Por eso felicito a aquellos que me vieron nacer, crecer y ahora, por reciclaje académico, a penas ven pasar mis sombras por el pasillo. Aquellos que me han inundado de regalos en mi infancia y decoraron mis navidades como en el País de Nunca Jamás. A los cuatro palos de mi baraja. Gracias y felicidades.
Por eso felicito a quien tomó el testigo de mi extensa digestión. A quien me abrió las puertas de su casa, a quien me abrió los brazos, las manos, su corazón. A quien aguanta mis interminables e incumplidos sueños, a quien repasa mis malos humores, a quien el Condado debe un monumento. Gracias y felicidades.
Por eso felicito a aquellos inolvidables olvidados por mi descastada guía telefónica. Aquellos a los que agradezco profundamente que sean como son, aquellos, que a pesar de mis subterfugios arrabaleros, siguen contando conmigo cuando se presta la ocasión. Los que pasearon junto a mi por el Repilado en algún invierno. Gracias y felicidades.
Por eso felicito a los que lo merecen. A los de siempre, a los nuevos y a los que están por llegar. A los que conocí en mi infancia, con los que me bañé en el Guadiana, a los que le dan al “me gusta” en mis comentarios, a los que twittean prosa en 140 caracteres, a los que pasan los días y ahí están, pasan los meses y ahí están, pasarán los años y ahí estarán. Gracias y felicidades.
Por eso felicito a la familia, primos, tíos, sobrinos, cuñados (por parte de hermano y por parte de señora)…tanto los que comparten parte de mi código genético como a los que vieron nacer, crecer y ahora, por cuestiones laborales, a penas ven pasar las sombras por el pasillo de la testigo de mi extensa digestión.
Por eso felicito a los que no lo merecen. A los cínicos y envidiosos que me hacen más grande. A los inseguros que me hacen más seguros. A los que le dan al “me disgusta” (si pudieran) en mis comentarios. A ellos más que a nadie gracias porque por ellos cada vez soy más fuerte. Y felicidades claro.
Y a los otros tantos que no se vean reflejados, pero que seguro que podrían encuadrarse en cualquiera de los párrafos anteriores, también los felicito. Porque si formáis parte de mi vida, por activa o por pasiva, devengando mis virtudes y soportando mis defectos, sois dignos receptores de mi absurda, extensa pero cariñosa felicitación de Navidad. Gracias y felicidades

Feliz Navidad

lunes, 19 de diciembre de 2011

DisPUTAS




-Cierra la puta boca
-¿Qué boca?
-La de debajo de la nariz
-¿Qué nariz? ¿La tuya o la mía?
-La tuya, imbécil
-No hace falta insultar
-No te he insultado
-Si que lo has hecho, lee la quinta frase
-Pues si que lo he hecho, ¿y qué?
-¿Qué de qué?
-¿Qué de qué dices?
-Lo has dicho tú
-Que te calles, coño
-¿Has dicho coño?
-Si, ¿y qué?
-Que se lo voy a decir a mamá

viernes, 16 de diciembre de 2011

Literatos oníricos




Solté el ejemplar de Kafka que tenía en las manos y me dispuse a pegar una cabezada en ese mismo sillón. Me tapé con la manta que tenía en el regazo y cerré mis ojos a la par, con una precisión incontrolada y simétrica que no solemos valorar. Solo parpadeé con los ojos cerrados un par de veces antes de empezar a dormir y fue entonces cuando,en la viñeta de mi vida,empezaron a salir letreros de ZzZzZ...
Ahí estaba en frente mía, Oscar Wilde esperándome con una copa de vino. Pero no de las pequeñas, sino de las de balón, de las que puedes invitar a varios de tus amigos con una sola copa de esas. Su melena oscura rozaba el suelo y a cuatro metros, lord Alfred Douglas miraba de reojo, con encelados ojos y muecas para la ocasión. Tose y me da una foto, una foto en blanco y negro con una inscripción por detrás "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos" firmado: Henry. No se me ocurre hacer otra cosa que romper la foto y dar un puñetazo a Wilde que llorando va a parar a los hombros orgullosos de Douglas que me señala con el dedo medio la puerta de salida.
Al darme la vuelta veo a Ernest Hemingway aplaudiéndome y diciéndome "asjsue sjueos jhske2". Es lo que entendí porque yo estaba más pendiente del toro que acariciaba que de lo que salía de sus labios. Entonces le pregunté que por dónde se iba a "ninguna parte" y me dijo en perfecto inglés "where you want, my friend" (por donde tú quieras, queridísimo, perfecto y guapo amigo. El sueño es mío y traduzco lo que quiero). Entonces fue cuando decidí tomar el camino que creía mejor y me introduje en el culo del toro. No me costó mucho porque estaba bastante dilatado lo que me dió que pensar en una presunta zoofilia del norteamericano.
Una vez dentro, y con poco oxígeno que respirar, ahogándome y con la presión del ambiente, como de costumbre, me encontré con ella.
-"Cariño, ¿qué haces aquí?"- le dije con voz de miedo, también como de costumbre
-"Despierta ya que llegas tarde a trabajar, joder viejo estúpido"
Y abrí los ojos, me desperté y le dí un beso en la mejilla a mi mujer que estaba esperándome con los rulos puestos y cara de mala leche (como de costumbre)
Salí por la puerta y grité. Y al rato me fumé un cigarro.

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