viernes, 16 de diciembre de 2011

Literatos oníricos




Solté el ejemplar de Kafka que tenía en las manos y me dispuse a pegar una cabezada en ese mismo sillón. Me tapé con la manta que tenía en el regazo y cerré mis ojos a la par, con una precisión incontrolada y simétrica que no solemos valorar. Solo parpadeé con los ojos cerrados un par de veces antes de empezar a dormir y fue entonces cuando,en la viñeta de mi vida,empezaron a salir letreros de ZzZzZ...
Ahí estaba en frente mía, Oscar Wilde esperándome con una copa de vino. Pero no de las pequeñas, sino de las de balón, de las que puedes invitar a varios de tus amigos con una sola copa de esas. Su melena oscura rozaba el suelo y a cuatro metros, lord Alfred Douglas miraba de reojo, con encelados ojos y muecas para la ocasión. Tose y me da una foto, una foto en blanco y negro con una inscripción por detrás "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos" firmado: Henry. No se me ocurre hacer otra cosa que romper la foto y dar un puñetazo a Wilde que llorando va a parar a los hombros orgullosos de Douglas que me señala con el dedo medio la puerta de salida.
Al darme la vuelta veo a Ernest Hemingway aplaudiéndome y diciéndome "asjsue sjueos jhske2". Es lo que entendí porque yo estaba más pendiente del toro que acariciaba que de lo que salía de sus labios. Entonces le pregunté que por dónde se iba a "ninguna parte" y me dijo en perfecto inglés "where you want, my friend" (por donde tú quieras, queridísimo, perfecto y guapo amigo. El sueño es mío y traduzco lo que quiero). Entonces fue cuando decidí tomar el camino que creía mejor y me introduje en el culo del toro. No me costó mucho porque estaba bastante dilatado lo que me dió que pensar en una presunta zoofilia del norteamericano.
Una vez dentro, y con poco oxígeno que respirar, ahogándome y con la presión del ambiente, como de costumbre, me encontré con ella.
-"Cariño, ¿qué haces aquí?"- le dije con voz de miedo, también como de costumbre
-"Despierta ya que llegas tarde a trabajar, joder viejo estúpido"
Y abrí los ojos, me desperté y le dí un beso en la mejilla a mi mujer que estaba esperándome con los rulos puestos y cara de mala leche (como de costumbre)
Salí por la puerta y grité. Y al rato me fumé un cigarro.

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