miércoles, 7 de abril de 2010

Desvíos


No puedo quejarme ni vestir de gris mis sueños. La marea negra alcanzó nuestro rostro y no pudimos ver más horizontes. Solo vimos oscuridad, clandestinidad, tristeza. Costó tiempo y sufrimiento despejar nuestras miradas y dejar de oir los cláxones de los coches, y el cotillear de la vecina, y el ladrido del perro. Costó tanto pero mereció la pena. Ahora nos miramos, sin saber que decir, pero nos miramos. Ahora podemos plantarnos frente a frente. Colocarnos en un desvío y jugar al despiste. Podemos tomar senderos separados, repartir dolor y sustituir esencias. Una vez tomado no volver la vista atrás. Podemos, sin embargo, tomar el mismo camino. Coger nuestras manos frías y calentar esta primavera que esputa poesía. Una vez tomado no volver la vista atrás. Entonces ser felices y recomponer nuestra historia, remendar el hueco de silencio que perpetró el invierno. Mientras tanto, vamos dirigiéndonos a ese desvío, lentamente, esperando con ansia que decidas que camino tomar.

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