martes, 25 de octubre de 2011

Sedimentos del desamor





Le dejó con la piedra en la boca, en la suya, acariciando sus dientes con duras rocas de salón. Hizo una mueca de acritud, como de limón amargo y cerró la ventana con fuerza, como si así impidiese más entrar al viento. Al otro lado, los coches, las demás ventanas, los otoños, y él. Se quedó como un árbol perenne ante el cenizo de cristal que ponía fin a todos sus pasos con ella, el mismo lugar donde desvirgó sus ósculos y desde donde divisaban astros poéticos en el cielo. Fue fuerte, no derramó ninguna lágrima. Ella tampoco. De repente volvió a abrir la ventana. Los nervios, los más nerviosos de Octubre, recorrieron todo su cuerpo. Le tiró una piedra y un jersey junto a una nota de papel. "Esto es tuyo"

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