miércoles, 9 de noviembre de 2011

Zapatos nuevos de tacón




No tenía ni la menor idea de la repercusión que tendría comprarse esos tacones. Les quedaba como anillo al dedo. Se tambaleaba al andar, si, pero le hacía tan sexy. Corrió a coger el autobús y, al subirse, todos los hombres se dieron la vuelta para mirarle. Existía todo tipo de caras excepto de indiferencia. No duró mucho el trayecto, apenas dos paradas. Al bajarse despidió al respetable con un elegante dedo al aire, como invitándoles a subirse ahí mismo y a pedalear al unísono. Solo faltaban dos minutos a pié para llegar a su casa. Estaba deseando ponerse esos tacones rojos y verse en el espejo con aquel top de mercadillo que compró la semana anterior. Subió las escaleras de la manera más silenciosa que pudo. Abrió la caja y sacó sus zapatitos y los contempló entre sus manos. Se quitó los que llevaba y se colocó uno a uno sus nuevas adquisiciones. El izquierdo fue el primero. Notó como le apretaba. Daba igual. Se puso el derecho y se dispuso a contemplar su figura en el espejo. Estaba espectacular. De pronto se abrió la puerta. Todo pasó muy deprisa. No dió tiempo de nada. Su mujer no daba crédito al verlo con esa falda y esos zapatos rojos.
-"¿Pero qué coño haces Manuel?"
...
El portazo se escuchó hasta en el autobús que le transportó hacía quince minutos. Desvió la mirada de la puerta y la dirigió al espejo y contempló su figura, sobre todo aquellos zapatos rojos de tacón.

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